¡Hola! :3
Vengo a dejar mi participación de este mes en Adictos a la Escritura. Especial, ya saben, las fechas y eso.
Un breve nota: En México, específicamente en la zona donde vivo, se festeja "Día de muertos" donde se considera que los muertos regresan en estos días para convivir con los vivos. Se ponen altares, se ríe, se ponen dulces... bueno, más breve. Aquí se festeja a la muerte. La aclaración es porque, el relato hace breve alusión a esto. Aquí una imagen de un altar en México:
Muchas gracias por leer ^-^
Encontrarte
Por:
PukitChan
«¿Sabes
cuántas veces he pensando en ti…? ¿En cómo sería… si nos volviéramos a
encontrar?»
Cerró
los ojos con calma mientras su mano depositaba el último fruto sobre aquella
ofrenda. Su olfato de inmediato captó el suave aroma del incienso, el dulce, la
fruta y las flores que flotaban hacía ella. Tan estimulante olor no tardó en
desatar los recuerdos, observando mentalmente la cantidad de veces que aquella
tradición había sido efectuada de manera impecable de su parte. Parpadeó, encontrándose
entonces con la calavera de chocolate que le miraba burlona desde el centro del
altar de tres escalones que, apenas un rato atrás, había edificado en motivo a la
celebración. Porque se trataba de eso, de celebrar, de sonreír, recordando a
aquellas personas que habían dejado este mundo y sólo por un día, un día como
éste, se les permitía regresar para acompañar a sus antiguas familias mortales.
El
cruce de dos mundos.
Apretó
sus labios, desviando sus ojos hacía la vela que oscilaba su flama en dirección
a la fotografía que responsaba detrás. Aquella imagen misma de la inocencia,
mostraba a un pequeño niño que sonreía con ternura y parecía estar diciendo con
un tono infantil e inmaduro: “Vamos,
juguemos un rato, mientras se nos permita hacerlo. ¿Sí?”
―Bienvenido
de vuelta, hermanito ―dijo
en voz alta, fijando toda su atención en aquella imagen estática―. Espero que te guste la ofrenda de
este año. ¿Ves? Incluye algunos de tus viejos juguetes que conservé. He traído
también tu comida y dulces favoritos. Hay chocolate, porque te gusta mucho el
chocolate. ¿Verdad?
Y
ella esperaba una respuesta que nadie emitía. Esbozó una sonrisa melancólica
que apenas parecía revelar una pequeña fracción de lo que sentía.
―Está
bien, no estoy triste… ―murmuró―, mamá me enseñó a recibirte siempre
con una sonrisa.
Caminó,
escuchando el sonido de sus pasos retumbar en aquella silenciosa casa. Al
regresar frente al altar, depositó como último objeto un peluche azul en forma
de conejo, bastante viejo a juzgar por su apariencia, pero sin duda mantenido
aún como antiguo recordatorio.
Ella
rió sin motivo cuando observó con atención aquella ofrenda. Era una de sus
tradiciones favoritas, sino es que la primera. ¿Cómo podría no amarla? ¿Cómo no
sentirse parte de ella? Aunque su hermano hubiese fallecido hacía tanto tiempo
sabía que eso no implicaba que dejaría de quererlo. Y después de todo, amarle
siempre le dibujaba una sonrisa en sus labios.
Atrajo
una silla para sentarse, colocando un libro sobre su regazo, acariciando la
portada de éste. Por un instante, un mágico y breve momento, sintió que unos
pequeños brazos rodeaban su cuerpo. Imaginación suya o no, asintió con la
cabeza, abrió las páginas del libro, y tomando aire en sus pulmones, comenzó a
leer:
"La gente tiene estrellas que no son las mismas..."
***
A la memoria de Alexander Fernando.
Donde quiera que estés mi pequeña estrella, gracias por iluminar mi camino.