Aquí, un mes más, está mi participación del proyecto de Junio, de Adictos a la Escritura. ^-^
La canción que decidí usar, fue hecha por la gran y talentosa compositora Yuki Kajiura, cuyo titulo de la música, es Drew Drops, que es parte también de la banda sonora de Tsubasa Chronicles.
Lluvia
Si
le permitieran regresar a un punto especifico de su vida, sin dudarlo,
escogería aquella noche de melancolía, cuando la conoció. Ella, la mujer de sus
pensamientos, la que lo visitaba cada noche en sus más entrañables sueños,
aunque no supiera ni siquiera su nombre… pero sus ojos, por Dios que esas
pupilas verdes se habían clavado como dos dagas en lo más profundo de su alma.
Esa mirada tan triste, cargada del dolor, de una vida llena de sufrimientos...
al igual que la suya.
Fue
un encuentro breve, donde dos corazones se conectaron y latieron como uno
mismo. Ella no necesitaba de él, así como de similar forma, él no necesitaba de
ella. Sus miradas se cruzaron en silencio de un solitario bar, alrededor de la
media noche. La mujer estaba sentada en la mesa cerca de la ventana, con los
rayos de la luna bañando su hermoso rostro. Él, unas mesas más allá, la
observaba desde el momento en el que entró, pues jamás, nunca en su larga vida
de agonía había visto unos orbes tan sinceros.
Como
una mítica criatura, ella levantó su rostro, dirigiéndolo hacia el techo
mientras una lágrima negra, producto de su maquillaje, se deslizaba por su
pálida mejilla, perdiéndose en su barbilla. No podía dejar de verla, su
belleza, su dolor. Todo en ella era enigmática, pero él, cobarde y silencioso,
no se atrevía a interrumpir su momento de soledad para lograr brindarle un mudo
consuelo.
¿Qué
la lastimaba? ¿Por qué se apartaba del mundo en noches como ésa? ¿A quién le
lloraba? ¿Ése ser la amaba? Tantas posibilidades y en ninguna entraba su
presencia… hasta que lo miró.
Ella
bajó su rostro, probablemente sintiéndose observada y fijó sus pupilas en las
de él. No se molestó en limpiar su rostro, sólo ladeó apenas el rostro, dejando
que la melena castaña rozara a su piel como una sutil caricia.
Había
momentos en que no eran necesarias las palabras para ser comprendidos: éste era
uno de esos. Parpadeó, diciéndole con mirada, que le agradecía el hecho de
estar con ella en el pasaje más oscuro de su vida; él sonrió con tristeza y
convicción, mientras la misteriosa dama se ponía de pie, rompiendo la distancia
que había entre ellos con su elegante andar.
Cuando
llegó hasta donde él se hallaba, la mujer se inclinó hacía bajo, tomando la
mejilla del caballero con su mano enguantada, ladeando el rostro para depositar
un beso cálido, mezcla de sal, labial y aroma mentolado y frío. Tan helado como
quedó él cuando la mujer se incorporó y sin vacilación alguna, se alejó de la
misma melancólica forma en la que había llegado…
Suspiró
profundamente cuando sus memorias regresaron a la actualidad y se veía solo.
Levantó sus dedos, tocando ahí, donde el beso del amor de su vida fue dejado.
Aquella mujer… ¿Lo recordaría?
La
amaba… sólo que a veces, sería bueno que ella lo supiera…
…y viceversa.