12 de noviembre de 2011

Proyecto: "Vamos a Jugar un juego" Capítulo 5


¡Atención!


En esta ocasión, pediré que si eres menor de 18 años, no leas esta entrada en particular, que contiene un lenguaje adulto o que algunas mentes pueden llegar a considerar ofensivo. Por respeto algunos lectores, siempre colocaré esta  advertencia cuando de antemano sepa que el contenido así es fuerte; dicho está, sobre aviso no hay engaño. 

¡Ahora! Después de algún tiempo (mucho más del que había llegado a pensar a causa de la Universidad), y pidiendo una disculpa a Dulce por el atraso, aquí presento el final que consideré para el proyecto "Vamos a jugar un juego" en el que me tocó escribir el quinto capítulo.  

¿De qué iba el juego? Pues:

Los protagonistas son Eva y Pablo y están en una cafetería.
- Cinco blogs se encargarán de escribir el 1º capítulo. Cada uno de esos cinco elegirá dos blogs para que escriban su versión del 2º capítulo. A su vez cada uno de los dos blogs, elegirá a otros dos para escribir el 3º, y así sucesivamente hasta tener un total de cinco capítulos.

Dulce, como siempre gracias por considerarme, me nominó a mi para este final. ¡Gracias! 
Mi parte, en la que traté de hacer mi mejor esfuerzo, espero sea de su agrado ^w^

Aquí, las primeras cuatro partes. 

1er Capítulo. Eva o el nacimiento de una sumisa; de Sayiid. 
2do. Capítulo. ¿Quién es Eva?; de La princesa {Celta}. 
3er. Capítulo. Eva al desnudo; de Paty C. Marin. 
4o. Capítulo. El castigo; de Dulce Cautiva. 

Y ahora, el párrafo anterior: 

Vamos a jugar un juego

"-Yo... Señor... no... -comenzó a decir con un hilo de voz, pero al ver la mirada amenazadora con que su Amo la estudiaba, decidió cumplir con su obligación-, No hace falta mi Señor, yo misma elegiré a uno.

Una vez más, Eva recorrió con su tímida mirada el enorme salón en busca de un posible candidato y se quedó de piedra cuando entre todos aquellos clientes que frecuentaban aquél lugar, sus ojos se encontraron con los de Marcelo... su novio."




Capítulo 5. Eres mi juguete, Eva.

Por unos instantes, Eva se atrevió a pensar que la visión de Marcelo no era más que una mentira, más luego de este pensamiento que terminó siendo rechazado, se sintió repentinamente una estúpida colegial. ¿Qué era ella acaso? ¿Una niña? Estaba ya en la Facultad al igual que Marcelo, y él era joven, atractivo y con mucho potencial; obviamente, querría follar; comprendió que ni siquiera le dolía ese hecho, porque después de todo, no es ellos fuesen demasiado y seguramente al ver a Eva acompañada de Pablo, quien le obligaba a hacer todo esto, seguramente no querría volver a verle… ¿O quizás sí?

―¿Qué estás esperando? ―cuestionó Pablo con su voz dura y ronca. Eva se sintió estremecer inmediatamente, parecía que su amo tenía un efecto sobre ella que hasta le había sido desconocido. Suspiró tan suavemente que ni siquiera se escuchó, así que dándole una mirada fugaz a Pablo, se paró derecha, orgullosa y luciendo en todo su esplendor el traje de cuero que portaba. Y es que hasta entonces, lo que Eva había a veces pensado como una tontería ahora comprobaba que era una realidad: el cuero hacia sentir más sexy, más hermosa, más atrayente y más dominante a mujer. 

Caminó sensual, excitante, robándoles la atención de algunos otros hombres a las mujeres que hacían lo imposible por seducirles, pero eso no importaba. Se dirigía a Marcelo, quien hasta entonces se había centrado mirándola, con el brillo de sus ojos llenos de dudas, como si no supiera que esa mujer erótica que se acercaba a él fuera en realidad Eva, cosa que terminó de ser cierta cuando ella se colocó frente a él y le levantó la barbilla para que sus alientos chocasen al hablar.

―¿Eva…? ―preguntó él con el rostro excitado, pero al mismo tiempo impresionado―, ¿Pero qué mierdas haces…?

Antes de que pudiese continuar, la mujer colocó el dedo índice en los labios de aquel supuesto novio suyo. Le sonrió y se acercó, lamiéndole la mejilla lentamente antes de separarse una vez más pero sin romper demasiado la distancia para continuar hablando.

―¿Quieres que continuemos en lo que nos quedamos ayer? ―dijo, con la voz errática y deliciosamente excitada. Y es que no podía evitarlo; todo este tiempo, había sentido la mirada de Pablo fijándose en sus movimientos en su anatomía y ahora Eva levantaba bien su cuerpo para que al inclinarse, su amo pudiese ver perfectamente su redondo y generoso trasero que contoneaba como una verdadera gatita para provocarle. Dos hombres a la vez, a uno se le insinuaban con su retaguardia y al otro directamente.

Marcelo por su parte había olido a Eva y sabía perfectamente que era un aroma a sexo: Aquí y en cualquier parte del mundo, cuando una mujer emitía ese aroma, sabía que había estado follando como una loca, y lejos de indignarse, eso sólo le excito mucho más. Levantó una mano, y sin dejar esperar más a la mujer, apretó uno de esos grandes senos por encima de la ropa mientras ella le contestaba con una mueca de placer. Ambos se incorporaron, al tiempo que Marcelo la tomaba por la cintura, uniéndola a su cuerpo.

―Eres rápida, puta. 
Marcelo volteó al hombre que claramente se dirigía a ellos y frunció el ceño por el hombre que en muchos sentidos, parecía sobrepasarlo como hombre, o al menos ésa era la impresión que fácilmente podría dar con esa sonrisa arrogante que se formó en sus labios.

―Tranquilo hombre, no te pongas así de posesivo, porque la zorra es mía… ―Marcelo abrió la boca para objetar que era su novia, pero Pablo no se fijó en su gesto y continuó hablando―, sí está contigo así de excitada, es sólo por que yo la mandé caliente hacía ti. Ahora vamos, iremos a un lugar más privado. 

Eva sin decir nada, se relamió los labios de placer. El que dos hombres estuviesen peleándose posesivamente por ella bastaba para hacer que su lubricación fuese aun mayor. Se sentía pegajosa y ahora su traje se ceñía dolorosamente a ella y cada paso que daba la rozaba, la lastimaba y la encendía totalmente. De pronto, parecía que Marcelo había aceptado el asunto, pues ahora se encontraba en medio de los hombres con uno acariciándole las caderas y el otro apretándole sus nalgas. Caminaban, y Eva creyó que se dirigían a un privado hasta que descubrió que abrían espacio los demás a una larga mesa principal, lo suficientemente grande para que una pareja que estuviera ahí follando, pudiese hacer lo que le viniese en gana. 

Pabló miró tanto a Eva como Marcelo, indicándoles que ahí estaba su próximo escenario. La mujer se sonrojó totalmente; ¿Qué era ella? ¿Una puta cualquiera o qué? Miró a su amo furiosa, aunque él permanecía con una mirada lujuriosa y una sonrisa ladina.

Marcelo se sintió desafiado y sin dudarlo, subió a Eva a la mesa que sintió fría y dura: Era de granito gris que parecía haberse hecho a posta para ello. Repentinamente la fuerza de la mano de su novio llevó a dejar caer todo su cuerpo hacia la mesa, acto que le resultó de lo más doloroso.

―¿Así que en realidad eres una zorra que se vende? ―Marcelo recitó a su oído. Eva estaba boca abajo, pero con el rostro levantado se percató de cómo Pablo que sentaba en una silla elegante frente a ella y los observaba impaciente y excitado; quería que la rudeza, la acción comenzara cuanto antes. Eva cerró los ojos unos momentos y se trató de incorporar aunque era casi imposible con el peso de Marcelo encima de ella. Elevó su trasero y lo único que consiguió hacer fue gemir cuando el hinchado y grande miembro de su novio presionó contra su cuerpo.

―Uhhhm… ―jadeó ella―, tan grande… hazlo duro, muy duro… tal como debe ser.

Se concentró tanto eso, en la petición de su amo, que no notó que en ese momento estaban haciendo un espectáculo de sexo en vivo a su alrededor. Tampoco había visto que la pareja que hasta hace un rato estaba con ellos, ahora también jugaban en otra mesa alejada, como un espectáculo secundario, donde la mujer era aprisionada y penetrada cruelmente. Al parecer, ellos eran el evento principal.

Marcelo comenzó a moverse encima de ella, imitando el movimiento de unas penetraciones mientras la jalaba de los cabellos para levantarle el rostro. Eva en ese momento pudo apreciar el rostro de placer que Pablo, quien comenzaba a acariciar su miembro por encima del pantalón, claramente con la idea de hacerse una muy buena paja. Ella lo miró caliente, y sin quitarle los ojos de encima sintió como Marcelo de daba una buena nalgada que le arrancó un gemido descontrolado, que hizo vibrar su sexo de placer.

Sabiendo que debería actuar tal y como lo había echo con su amo, deslizó sus manos hacía atrás para separar más sus nalgas, quedando recostada en la mesa, pero sin dejar de ver a Pablo, quien le respondía con una lujuriosa mirada. El saberse mirada por él hacia algo en ella que iniciaba como un escozor en su pecho y recorría toda su escultural anatomía para terminar bañando de líquidos pegajosos su vientre.

Marcelo había sacado ya un seno del traje de Eva y lo dejaba al aire para masajearlo y aplastarlo a su gusto, claramente con la idea de desvestirla pues ese traje era bastante estorboso. Trató de desnudarla salvajemente y cuando por fin logró hacerlo, giró el rostro de Eva para que ella lo mirara, aunque a la mujer le costó desviar su mirada de alguien más que no fuese Pablo.

―Mételo ya…  ―ordenó la fémina. Marcelo abrió sus nalgas, mirando su coño mojado, dispuesto a hundirse en él, cuando notó que el ano de Eva estaba levemente abierto, palpitándole, con semen seco. Le molestó y Marcelo miró a Pablo, que ahora se reía abiertamente porque había descubierto lo que había hecho al culo de Eva.

―Puta, me recibirás a mi también… ―gruñó Marcelo, claramente furioso y deseoso de tomarla. Eva separó sus nalgas y piernas, claramente ya quería ser follada, así que molesta, tomó con su mano el falo de Marcelo y se hundió en él al moverse hacia atrás. Gritó cuando la punta hinchada iba abriendo su ano dolorosamente y parecía no querer entrar, así que prácticamente le gritó a su novio que lo metiera todo de una sola vez. Él la obedeció y de una arremetida que comenzó a sangrar, Eva se sintió llena… y extrañamente vacía.

“Después de lo que vas a vivir hoy, no te atreverás a desobedecerme en la vida”

Eva recordó las palabras que Pablo le había dicho un rato atrás y comprendió el enigma que había en ellas. Ella era la dominante en sus relaciones, en el sexo, en todo. Pero ahora, no era lo mismo cuando ahora tenía a un hombre que había sido capaz de dominarla a ella, llegando inclusive a hacer algo como esto. Eva entendió, mientras era meneada, penetrada por el culo con el falo de Marcelo, que no importaba con cuántos hombres lograra acostarse y envolver el falo de ellos con su coño, sólo Marcelo la dominaba en esa situación. Y ella quería eso, quería sentirse dominada totalmente por él. Entendió también el plan cruel de Pablo; la había atado con una soga muy fuerte en su cuello. Desde que miraron la había atado y ahora, sólo sabía que tener otras experiencias, era para reafirmar que su entero cuerpo y persona ahora le pertenecían ―Y quizás desde siempre―, a su vecinito de la infancia.

Marcelo gemía, le gritaba lo apretada que estaba, la mecía, la golpeaba contra la mesa, pero nada de eso servía. Aunque excitada, Eva miraba al otro, y cada delirio de placer era para él.

―¡Amo! ―gritó en un gemido, cuando el orgasmo llegó, apretando duramente el falo de Marcelo, quien también descargó rodo su semen dentro de ella, quien sólo llamaba excitada y deseosa al otro, reacción que por supuesto, no le gustó a su novio.

Ambos miraron a Pablo. Para entonces éste ya tenía entre sus manos su sexo, y lo acariciaba. Se tocaba sonriendo con orgullo más hinchado que su propia erección, incorporándose para acercarse a Eva y acercar su miembro erecto a los labios rojos y gruesos de Eva, que no dudaron en abrirse para darle lengüetazos al falo que orgulloso, se levantaba frente a ella.

―Tú eres el puto… no sabes cómo tratar a una zorra como se debe.
Pablo apretó la nunca de Eva para acercarla aún más a su brillante sexo, mientras cerraba su puño para administrarle un fuerte golpe en su rostro y el impacto de esto fue tal, que el miembro del sujeto fue sacado del interior de Eva casi en su totalidad. Ella sólo lamía y metía a su boca el falo grande de Pablo, degustándole y queriéndolo hacer correr como debería e ideó la manera de sacar completamente a su novio de su interior. No quería nada de él, quería que Pablo la tratara como sólo él sabía hacerlo.

Tomó entre sus manos los testículos de Pablo, sin importarle nada más que desear que su amo se corriera en su boca. No se percató de que alguien arrastró a Marcelo afuera, maldiciendo y amenazándole de que no hablaría de ello.

Pablo ahora la sujetaba, golpeaba y rasgaba su espalda, lastimándola de una forma vulgarmente deliciosa. Eva apretaba con sus dientes y sus labios el falo de su amo, hasta que logró sentir la vibración que le antecedía a la descarga.

―Más vale que ni una gota sea desperdiciada zorra ―murmuró. Eva, sonrojada, tragó el líquido de Pablo, aunque los rastros del semen quedaron en sus labios hinchados. Cuando el hombre sacó su flácido miembro, sonrió y levantó el rostro de Eva, para que lo mirase claramente.

―Eres sólo mi puta, eres mi juguete Eva… ―dijo, con voz tan roca y demandante que ella asintió solamente, ganándose un golpe en su nalga―. ¡Dilo! ¡No te escuché! ¡Dilo!

―Soy tuya, ¡Soy tu puta, tu juguete! ―gritó en un ahogado sollozo.

Pablo esta vez se inclinó para besar sus labios llenos de semen y al robarse hasta la última gota de su aliento, asintió, riéndose abiertamente, acariciando el rostro de Eva, casi con una ternura irónica.

―Ahora zorra, te follaré cada día… empezando ahora mismo.

Eva agacho su rostro, sumisa.

―Como usted diga, señor... mi amo...

Fin


4 comentarios:

  1. Guauuu!, k final más aposeótico!!!, me ha encantado querida Pukitchan!!!, buen trabajo!!!.

    Y no te preocupes por haberte demorado un poco en hacer tu participación, lo importante es k lo has hecho y la espera ha valido la pena!!!.

    Un besito mi reina y gracias por participar!!!.

    Muak!!!

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  2. Realmente excitante, y me ha gustado el detalle de "usar" también a Marcelo, de utilizarlo como un instrumento más para someter a Eva.
    Además, no se puede quejar, pues tuvo su premio, un regalo que, seguramente no se merecía.
    Muchas gracias por concluir de tan brillante manera el relato PuckitChan.
    Y gracias a todas las preciosas y erotizadas mujeres que tomaron este proyecto desde el principio y han creado una historia tan llena de matices y puntos de vista.
    Sois todas espectaculares.
    Un beso desde la mansión

    Sayiid

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  3. Me ha gustado la escena de la mesa, un final muy bueno para un relato de altísimo voltaje. Besitos

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  4. Ha merecido la pena el retraso, sin duda.

    Un saludo.

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