Un pequeño relato, que hice para el foro de Adictos a la Escritura, basado en la consigna de Septiembre, Carta.
«Quizás ahora mismo te estés preguntando por qué
razón estoy escribiendo esto. No le busques lógica, yo tampoco la he
encontrado, sólo disfruta de las palabras que salen de mi corazón y que ahora
mismo expreso por escrito. Por supuesto, cada una de ellas está dedicada
especialmente a ti. ¿Por qué? Seguirás repitiéndote angustiado y yo sonreiré de
satisfacción por el remordimiento que te he causado. Quiero que te duela y
tengas presente un poco del daño que involuntariamente me has causado, ahora
que te has aparato de mi lado.
Lo has hecho demasiado pronto. Y ahora me he
quedado con cada recuerdo abriendo nuevas heridas en mi corazón y todas ellas
sangran y amenazan con quitarme la vida
gota por gota. ¿No sería más fácil un puñetazo de dolor que llenar la copa
y esperar a que se derrame? Bueno, realmente no es tu decisión, sólo eres una
consecuencia más de la vida desafortunada e injusta. No, somos unas victimas. Y
aun así, sabiendo esto es justo a ti reclamo en esta carta. Siempre he sido una
persona muy egoísta. Y ahora que no estás, temo que me vuelva mucho peor.
No es pesimismo, es realidad. Me conozco de gran
manera, aunque no de la forma en que debería, ni mucho menos de la forma en la
tú lo hacías, pero al fin de cuentas sólo yo soy la dueña de mis pensamientos
ahora. Yo y esta pluma que se desliza suavemente por el papel, creando una
caligrafía perfecta para leer. Qué lástima que tú no la puedas ver.
¿Cómo te la mandaré? Quizás ésa tu segunda cuestión
más importante. Aún no lo sé, pero tengo más opciones para esto; una de las más
viables es ir a tu tumba y leértela en voz alta, luego atarla enterrarla junto
a ti y que se disuelva en la eternidad como un pedazo más de ti, ¿qué dices?
¿te gusta cómo suena? Es bastante
poético a decir verdad.
Pero en realidad, el sentido de esto son sólo dos
palabras que deseé decirte desde la primera vez que tomaste mi mano entre la
tuya y la dejaste cerca de tu corazón para sentir tus latidos. No, no es el “Te
Amo” que el mundo espera, porque ésas te las llevaste a la eternidad desde
siempre…»
La hermosa dama, que leía hincada frente a una
tumba adornada frente a un ángel de mármol, sonrió cuando vio el nombre de su
amado grabado en la lápida.
«Damien… No me olvides.»
La brisa que indicaba el inicio del otoño, acarició
esas mejillas húmedas y llevó al regazo de la dama, una hoja de papel marchita
por el paso del tiempo.
«Tuyo siempre. Nunca te olvidaré.»
Ohh muy triste pero bonito, no me esperaba que el destinatario estuviera muerto, y la imagen de la dama leyendo le da un toque romántico que me ha gustado.
ResponderEliminarUn saludo!