¡Buenas noches! ^0^ En este Diez de Febrero (Hora México xD!) presento un relato con el que participo en el reto de El club de las Escritoras: "Las dos caras de un mismo cuento" en el que, con ayuda de otra socia del club, se cuenta la misma historia desde dos puntos de vista diferentes. Comparto el gusto de este proyecto con Nina Neko ^w^
Advertencias:
-Relato Homoerótico. (Acuerdo mutuo).
-Algunas expresiones utilizadas son para mayores de edad, que pueden ser consideradas ofensivas para algunos. Pido respeto en este sentido.
Importante:
-Como dije, este es un relato contado por dos personas. Todo lo narrado, es según el punto de vista de mi personaje, de modo que si faltan algunos diálogos, es porque considero que son momentos en el que el personaje de Nina Neko debe entrar (Así como también no coloqué el nombre de la pareja, dandole a Nina Neko la libertad de crearlo, como yo con el mío).
-Y hay otra cosa hasta al final xD.
Tras
Aquella Ventana
Por:
PukitChan
I
Durante
mucho tiempo he pensando en eso pero no le había dado la real atención que
debería. Llevaban viviendo ya dos años juntos y la carga de sentimientos aún
era tan intensa que la sola separación dolía como esa molesta espina que sólo
podía ser arrancada por él.
Louis
levantó la mirada suavemente, dedicándole unos cuantos segundos a la ventana
que en ese momento sonaba constantemente por los golpes de las gotas de agua
que chocaban contra ésta. Llovía fuertemente y sin duda alguna, el atardecer de
ese día era demasiado gris para pensar que aún faltaba la noche.
―Me pregunto si estará bien ―exclamó
en voz alta.
Si
bien Louis no era el hombre más expresivo del mundo, la ausencia de palabras no
le impedía demostrar sus sentimientos. Era un hombre alto que rebasa la
estatura promedio, además de que a diferencia de muchos otros que pasaban horas
en el gimnasio intentando darle forma a los músculos de su cuerpo, para él era
más sencillo pues su trabajo era el que lo mantenía en una buena condición
física con respecto a sus veintiocho años.
“Aunque trabajar de constructor en un
edificio no sea mi empleo soñado.”
Reacomodó
las gafas sin armazón que había recorrido el puente de su nariz sin su permiso,
para luego bajar una vez más la mirada hacía el libro viejo de hojas
amarillentas que leía. Un tesoro que el solía conservar de su juventud cuando
creyó que su vida sería lo que él esperaba. Se había equivocado por supuesto,
aunque eso ahora formaba parte de su pasado.
Siempre
había creído que su vida reinició cuando le conoció y no se arrepentía de ello.
Sin bien la vida lo golpeó en la cara muchas veces y lo dejó sangrando, muriéndose
de dolor, encontró la manera de sobrevivir. Y sobre todas las cosas, encontró a
alguien por quién vivir.
Muchas
veces le habían dicho que era ridículo decir que vivía por alguien más. Louis,
sin embargo, no lo encontraba tan descabellado. Todo este tiempo, esa persona
le había dado el impulso necesario para seguir adelante y aunque quizás nunca
lograría a cumplir todas sus metas, estaba ahí, cumpliendo la más importante de
todas.
―La realidad es bastante amarga… ―murmuró,
tomando entre sus dedos maltratados un vaso lleno de alcohol, mismo que bebió
lentamente hasta que su garganta reseca se vio satisfecha.
Louis
sonrió mientras observaba la ventana que apenas dejaba ver lo que ocurría
afuera. Aunque su visión era reducida gracias a la tormenta, notó el andar
conocido de un paraguas negro, seguramente tomado entre las manos de ese chico.
Observó
el reloj: Las seis menos quince minutos. Llegaba tarde, como siempre.
Cerró
el libro y al levantarse dejó éste en la silla que había recorrido
exclusivamente para ver la hora de llegada de su pareja; algunos dirían que era
la obsesión de alguien manipulador, quizás hasta su pareja llegara a pensar
realmente eso, pero para Louis la verdad era, que todo esto, esas pequeñas acciones
formaban parte de lo enredado y maravilloso del asunto.
Caminó
hacia la puerta del pequeño apartamento y caminó hacia ella, dejando su mano en
la manija que la abriría. Dado el clima, parecía que el mundo permanecía más
callado y tranquilo, permitiéndole a Louis escuchar el andar del otro hombre al
subir los escalones que rechinaban a cada paso que se daban sobre ellos.
También oyó el sonido de las llaves balanceándose, más antes de que su pareja
tuviera tiempo de abrir la puerta, Louis se adelantó, abriéndola él.
―Bienvenido. ―Saludó.
Louis
permaneció callado luego de esa única palabra. Contempló los ojos del otro
hombre, sonriéndole, mirando sus facciones, su ropa levemente húmeda al igual
que su cabello. Louis por su parte, vestía solamente un bóxer negro y una
playera sin mangas blancas que revelaba ―además de
su cuerpo―, el frío que estaba claramente
sintiendo pero que aparentaba no tener.
Levantó
su mano con un dejo de diversión en el brillo de sus ojos. Colocó una mano en
la nuca del otro, y de este modo, cerrando violentamente la puerta y atrayéndolo
a él a su cuerpo, pegó posesivamente la fría anatomía de su pareja a su cuerpo
un poco más tibio.
―No debí dejarte ir a trabajar esta
mañana…
Sólo
eso, no más. Sus labios se apoderaron de los del otro, besándole con una pasión
desmedida que quizás nadie más sería capaz de dar, porque la manera de amarse
de dos hombre era muy diferente al resto: pasión, deseo, desesperación,
torpeza, dificultad…
…Bah,
era igual el amor en cualquier lado en el que lo mirara.
Lo
que lo hacía diferente, eran las personas que estaban dispuestas a entrar al
juego.
Louis
descendió sus manos sin cautela, arrancado la ropa, quitando con desespero los suéteres
y la camisa para llegar finalmente a esa helada piel que comenzó a lamer
iniciando por los hombros. No era delicado, era una real necesidad que se veía
envuelta de las caricias del amor.
En
verdad era amor.
Lo
recargó en la puerta, bajando sus manos para deslizar tanto el cinturón como el
zipper de su pantalón, hasta finalmente dejarlo desnudo entre sus brazos. Y no
es que no ansiara estar con él en otra clase de momentos, era que
desesperadamente deseaba volver a amarlo, de entregarle el flujo de amor que
durante horas se había acumulado en su corazón y que ahora, con cada agitado
palpitar se liberaba con tanta fuerza, que sentía la adrenalina correr entre
sus venas.
Recorrió
con sus manos la anatomía ajena, sus músculos tensándose, sus pectorales, el
área de su abdomen, apoderándose con ambas manos de sus glúteos para finalmente
llegar a aquella extensión que sobresalía en su cuerpo.
Diferente
a cualquier otra ocasión, Louis mantenía la luz prendida y la cortina de la
ventana abierta, aunque no es que se pudiese ver mucho a través de ésta
realmente. Era una manera de hacerlo más suyo, de poseerlo y no olvidar ningún detalle
de su cuerpo y sus deseos. Porque, al menos para Louis, él era su todo.
Nunca
sabía que pensaba su pareja de toda esta situación, quizás porque Louis no era
muy bueno imaginando, sino escuchando. De la misma forma en la que no podía
expresarse con palabras, sino con gemidos.
Al
inclinarse, lamió con calma el largo del sexo ajeno, saboreándole, intentando
descubrir hasta donde podía resistir él o su pareja con ello. Sujetaba las
piernas del otro, rasgándolas apenas para marcarlas.
Escuchaba
de todo, jadeos, suspiros, su nombre, aquel nombre. No era una cuestión de
imaginación o de sueños desbordados; su realidad se había vuelto una realidad
franca, a veces difícil pero siempre…
siempre estaba él, ahí.
―Te amo… ―musitó,
besando ahora su nuca. De cara contra la puerta, lo tenía ahí, mientras lo
abría con su propio miembro. Sabía que debía ser doloroso por la escasa
preparación, pero el deseo de hacerlo suyo lo había superado.
Aun
así, agitado y al mismo tiempo lleno de un sudor que le provocaba espasmos de
placer al recargarse en la espalda del otro mientras se hundía en su interior,
eso no evitaba que su voz entrecortada por el placer le susurra al oído del
otro las diversas formas en que se podía amar a alguien.
Lo
demás, la incertidumbre, el dolor, el cansancio de una continua frustración en
su vida, todo se iba a cualquier otro lado. El hombre al que hacía suyo, en el
que salía y entraba constantemente y a distintos ángulos para poder golpear su
punto g, ese hombre era al que no dejaría ir nunca de sus brazos.
“Huir es fácil, encontrarte mucho más.”
Jalando
sus cabellos, reclamó un profundo beso mientras lograba que el sexo ajeno
golpease duramente la puerta, lastimándolo y estimulándolo. Ya no era una
cuestión de amor o de placer, era algo más profundo que superaba al mismo amor
y llegaba a los límites de la obsesión, sin pretender nunca herir de más a esta
persona.
―Te amo… ―repitió
en un gemido ronco.
Afuera,
la tormenta había aumentado, cubriendo los gemidos de aquella noche apasionada.
Inclusive llevándose también cualquier rastro de pena antes formado en la
situación de un apartamento alejado, de aquel martes cualquiera…
Al
derramar su semen en el interior del otro, al hacerlo una vez más suyo,
marcarlo vilmente, se dio cuenta de lo cerca que estaba del cielo. No, mejor
aún, lo tenía entre sus brazos. ¿Hasta cuando? No lo sabía, pero sí sabía y
creía que los humanos no podían tomar para siempre lo que estaba más allá de
sus límites mortales.
Salió
lentamente, sosteniéndolo sin alejarse. Le giró con calma, buscando aquel
rostro que tantas veces había visto pero del cual no terminaba de grabarse
completamente, detalle tras detalle.
Sólo
hasta ese entonces, notó cuán vacio podía ser. Ni siquiera una pregunta de cómo
estaba, si había tenido un buen día… alguna pregunta que pudiese relacionarse
con algo más que la pasión con la que lo poseyó.
Lo
miró fijamente, arrepentido, pero sinceramente preocupado por él, acariciando
su rostro atractivo y esos ojos que se habían clavado como dos dagas en lo más
profundo de su alma.
―No sé muchas veces lo que piensas,
no sé qué puede suceder contigo en algunas ocasiones, desinteresado quizás me
verás, o tal vez ambicioso, es un jucio tuyo que yo me atreveré a cambiar
porque es la imagen que te he dado todo este tiempo de mí.
Esperó
su respuesta, mientras le abrazaba con ternura, recargando en el hombro del
otro su frente, tembloroso, sin saber qué hacer exactamente.
―Decide si quieres irte o quedarte…
si es esta noche la última o mañana en la mañana…. O tal vez nunca te quieras
ir ―Tragó saliva, sosteniéndolo más
fuerte. ―Tienes la decisión ahora en tus
manos.
Louis
guardó silencio total cuando esperó la respuesta. La voz de su pareja comenzó a
sonar en la habitación y finalmente…
…una
lágrima cayó.
―De verdad… te amo ―musitó,
cerrando sus ojos. Aspirando su aroma…
…amándole
hasta el final.
***
Notas:
-Si hay caras de "WTF O_O!" sobre todo en el final, aclaro: Cuando trabajo en equipo, no me gusta manipular los personajes de otros (Efectos de los foros de rol u.uU), así como tampoco sus reacciones. En este caso, doy libertad absoluta a Nina Neko, para que decida con su personaje qué desea hacer para finalizar el texto. Si quiere seguir amando a Louis o botarlo por el bien de su personaje es su decisión a partir de ahora. ;)
Así, que... ansiosa de ver el final, les mando besos de chocolate -3-, muchas buenas vibras (((*-*))) y agradecimientos.
¡Bye bye!
Precioso! y muy intenso. Te felicito querida PukitChan.
ResponderEliminarPor cierto, gracias por participar una vez más y en mis locos proyectos!!! >.<
En unos días lo publico en el club. Le puedes decir a Nina Neko que ya puede ir haciendo su parte.
Saludos bella y feliz fin d semana!, muak!