Extraños
Sucesos
Por:
PukitChan
Laela
permaneció unos segundos en silencio, sin saber si debía mentir ridículamente
porque de antemano comprendía que por mucho que tratara de engañarlos, ella
misma había sido demasiado obvia al permitir que los gemelos la observaran
llorando. Y ahora estaban frente a ella los arcángeles preguntándole la razón
de sus lágrimas, aunque bien sabía que los motivos para ello sobraban. Esa
guerra, la perdida de la confianza entre su equipo, su hermana, aquello que
había iniciando lleno de valor y voluntad parecía haberse esfumado desde hacía
varios días…
―¿Laela?
―preguntó Metatrón, incitándola a continuar, mas lo último que el arcángel
esperaba es que ella le mirara con reproche, un reproche que parecía quemar no
sólo a uno, sino a ambos arcángeles que se preguntaban el porqué de semejante mirada.
―¡¿Y
todavía me lo preguntan?! ―explotó Laela, mujer descendiente de ellos mismos,
que rara vez perdía la compostura. Ellos, aún sin comprender observaron cómo la
mujer extendía sus brazos para señalar el improvisado campamento, el ambiente
pesado, al peste que poco a poco comenzaba a cubrirlos―. ¡¿Es que no se dan
cuenta?!
―Por
supuesto que nos damos cuenta ―exclamó Luminiev, observando las manchas de
putrefacción que comenzaban a comerse el cuerpo de aquellos―. Esto se está
propagando y debemos solucionarlo lo antes posible, antes del despertar de la
siguiente bestia.
Laela
los miró sorprendida. Quería mandar muy lejos aquella extraña epidemia,
confiaba que de alguna manera lo haría, pero eso no era lo que derramó sus
lágrimas, sino su falta de cuidado. Ese hombre había sido callado, estando con
ella sólo en los momentos de ánimo, de alguna forma ella se había descuidado
porque sabía que era una reencarnación de alguien poderoso, pero aquello no lo
hacía inmortal… sobre todo ahora que era humano.
―¿Dónde
está Pravuil, arcángeles? ¿Acaso, al igual que yo, no se percataron de que éste
despareció?―preguntó en un susurró frío la mujer. Ellos parecieron sorprendidos
de sí mismos, mirándose de soslayo y a
su vez, buscando la reencarnación de su hermano arcángel. No… no estaba. Y
parecía que nunca lo hubiese hecho. Como si su presencia fuese ignorada en ese
grupo por completo y en cierta manera así era; nadie le prestaba la real
atención al muchacho, de la misma manera en la que mancha gris parecía hacerlo
con los gemelos, que se miraban entre sí, sin entender demasiado las palabras
de aquellos adultos que se levantaban la voz entre todos, que se miraban raro y
que encima de todo parecían estar enojados siempre. Laela gruñó, mientras todos estaban peleándose
por sus conflictos emocionales, incluida ella también, no se habían percatado
de que uno de ellos sin más había desaparecido. Y eso le hacía pensar a Laela,
que sólo los volvía egoístas. Sí, supuestamente estaban salvado al mundo… pero
parecían más preocupados en hacerlo por ellos mismos. Su mano se entumió,
pensando que quizás era por la rabia, pero comprendió que aquellas manchas
comenzaban a extenderse poco a poco sobre su piel.
―No
importa dónde esté Pravuil ahora ―decidió uno de los arcángeles―. Hay que sanar
a todos ustedes.
***
Aunque
cansado y escondido bajo un ropaje desaliñado y roto, el hombre joven,
reencarnación de un arcángel, no podía ocultar la belleza antinatural que
poseía. No se preguntaba si alguien en el campamento se había dado cuenta de su
desaparición, porque confiaba claramente de que no sería así, ni por sus mismos
hermanos que permanecían cerca de él sin hablarle en realidad. Quizá tenía que
ver con el hecho de que era callado y su presencia apenas era notada por los
demás, cosa que no le molestó sino que aprovechó para poder cumplir su misión.
Sabía que él sería el único que podría detener a la Bestia de la Destrucción.
Cada uno de los presentes en ese lugar tenían la suya propia: ésta era la que
Pravuil debía cumplir. Nadie se lo había dicho, sencillamente sólo lo sabía.
Y
ahora confiaba en que en el momento real del despertar, la pudiera detener, no
ahora sabiendo que estaba bajo la influencia Orpra, no totalmente, pero sí en
su medida. No por nada había sido la primera en revelarse a su misión y por un
momento sintió que no podía dejar de haber una conexión más mortal que aquella:
Orpra, capaz de infundir los más oscuros pensamientos para perturbar y causar
caos y la Bestia de la Destrucción, que sin duda usaría ese caos para hacer
relucir con orgullo y horror el nombre que la coronaba.
Se
tensó cuando sintió unas vibraciones en su mente, apresurándose a bloquearse a
sí mismo; comprendió que alguien ya se había percatado de su escape
improvisado, pues claramente era Metatrón y Luminiev lo que trataban de
contactarlo. Pravuil cerró sus ojos, recurriendo desesperadamente a su
humanidad para que los arcángeles no notaran esa aura celestial que cubría su
cuerpo mortal. Ahora no era el momento para ello, pues estaba justo detrás de
la Bestia y de Orpra, siguiéndolos silencioso y cauteloso hacía el lugar donde
seguramente sería el despertar de la siguiente Bestia Sagrada para acabar de
una buena vez con todo aquello.
***
En
el campamento, justo parado sobre una roca que ocultaba su presencia pero a la
vez le permitía apreciar todo en su totalidad, gozaba de placer al ver la
confusión que había dejado caer sobre ellos. Si sus miedos ya estaban latentes,
él los haría aún mayores. Culpa, culpa. ¡Maldita culpa! Qué delicia sería ver a
esos humanos verse consumidos por sus propias culpas, creyendo firmemente que
aquello sólo era un castigo por los pecados que hasta ahora iban cometiendo uno
a uno, aunque sólo hubiese producto de ellos. Los veía estresados, lo
suficiente para atacarse en cualquier momento el uno al otro y sin duda, le
pareció divertido. Orpra había hecho un buen trabajo y aunque éste se había
alejado por otras situaciones, sin duda lo que dejó decididamente Pártalax no
lo desperdiciaría.
***
“Es eso… es el castigo que recibo por no
cuidar de Pravuil. Sí, sin duda estas manchas son las consecuencias de ello.
¡Es la señal de que ha muerto por mi culpa! ¡Ahora todos caerán en desgracia
por que no he hecho mi labor como debí hacerla. ¡Murió por mi culpa, mi culpa! ”
―¡Laela!
―Metatrón sacudió a la mujer que parecía no haberse percatado de nada, de cómo mientras estaba sumergida en sus
pensamientos, probablemente de miedo por aquellas manchas, éstas iban en
aumento al igual que un sutil aroma a putrefacción que parecían haber percibido
algunos carroñeros del mismo bosque.
―¡¿Qué
me pasa?! ¿Qué nos pasa? ―preguntó angustiada, mirando a todos lados mientras mentalmente
repetía “Es mi culpa, es mi culpa ¿Cómo
se los digo ahora?”
Los
arcángeles se miraron entre sí, al igual que los gemelos que tomaron las manos
de Laela. Ella, con sus ojos perdidos en algún lugar que era visible sólo para
ella, comenzó a temblar. ¿Y si no podía
proteger a los más pequeños del grupo? ¿Y si ellos se enfermaban en breve
también? Se soltó de ellos y caminó, o más bien corrió alejándose para
refugiarse con su hermana, aunque no sirvió de mucho ya que ella también
empezaba a ser llenada de aquellas grisáceas marcas.
Flora
también se había dejado influenciar bajo aquella misteriosa enfermedad. “¡Es mi culpa!” se repetía “Si no me hubiera dejado influenciar por Azazel, si acaso Val no me
hubiera salvado la vida. ¡Quizás yo traje esto después de ser tocada por el
demonio! ¡Es un castigo que él manda por haber despertado”
Pero
ellas no eran las únicas, también Kaal se reprochaba el no ser un buen
guerrero, Elidi, por sus maneras de razonar que parecían cada vez más frías, Eric
sus actuaciones, sus pensamientos. Inclusive sin percatarse de lo que ocurría,
Aura también caía en una fiebre por ello, “Si
no los hubiera traicionado, si hubiera amado a Val… sino me hubiera dejado
convencer….”
Los
únicos inmunes a ello parecían ser Elever, los gemelos, Val y los arcángeles,
aunque estos últimos eran lógicos al ser seres divinos. Era fácil el porqué los
gemelos no estaban contagiados, eran demasiado inocentes y felices a su manera,
como para dejarse perder por aquello. La razón de Elever probablemente era la
misma de siempre; su edad. Para un hombre que había comprendido la vida desde
hacía tiempo, la culpas eran lo que menos estaban en su mente, sino su decisión
de sobre todas las cosas intervenir y ayudar. Pero averiguar todo aquello no
iba a ser sencillo.
Los
arcángeles caminaron por en medio de los sobrevivientes. Seguían teniendo la esperanza
de contactar a Pravuil, pero eso quedó en segundo plano cuando al caminar por el
campamento junto con Eleven, todos los
demás estaban sentados en posición fetal, susurrando palabras confusas que
parecían estar claramente dirigidas a sí mismos.
―Es
como el mismo infierno… ―susurró Luminiev al ver a todos a su alrededor de esa
manera, sintiéndose impotente y preocupado, la siguiente bestia, aunque
calculaban que tenían algunos días más por delante, ésta podría aparecer sin
previo aviso. Suplicaba que contaran con el tiempo suficiente para salir de
aquel percance. ―Todos auticastigan…
Luminiev,
que no concluyó aquellas palabras, miró a Elever y a Metatrón. ¿Acaso…? ¿Sería
posible que ellos estuvieran autocastigandose de lo que ocurría…? No había peor
juez que uno mismo… y más en tiempo de guerra.
―¡Pártalax!
―gritaron ambos arcángeles al mismo tiempo, levantando su mirada para buscar al
demonio, localizándolo en cuervo negro que parecía soltar una estruendosa
carcajada de maldad mientras desaparecía, consumido por el fuego. Los
arcángeles sabían que no importaba si el otro se había retirado: el daño ya
estaba hecho. Eso explicaba porqué cada uno se había sumergido, porque cada
cabeza ahora estaba perdida en su propio mundo de culpa y remordimiento. Era
algo más complicado que la última vez: sabían que influencia de Orpra los haría
ser irracionales, actuar con violencia, hacer cosas que anteriormente no
habrían hecho… pero Pártalax los había encerrado en sí mismos y sabían que si
las manchas grisáceas cubrían toda su piel, la oscuridad habría ganado. No sólo
habrían podrido sus cuerpos humanos, sino también condenado sus almas.
―¡Metatrón!
―gritó Val, corriendo hacía ellos. Algo en su angustiada y distante mirada les
hacía pensar que aquello iba de mal en peor. ―¡Aura…! ¡Aura está… delirando en
fiebre!
Todos
sabían que tenían que encontrar la cura pronto. Ni Aura ni los demás resistirían
un golpe más. Los arcángeles explicaron la situación a Elever y a Val, explicándoles
que la cura no la conocía, pero mientras la buscaban, suplicaban por la
fortaleza y entereza del alma de todos.
―¿Qué
hay de los gemelos? ―cuestionó Val, mirando a los niños que confusos estaban
tomados de la mano.
―Ellos
están inmunes… ―aclaró Elever.
―¡Precisamente
por eso! ¡Porque son inmunes e inocentes a la culpa… ¿No habría una forma de
ayudar a los demás con su ayuda?!
Aquella
propuesta no parecía ser tan descabellada porque después de todos, sabían que
si el destino o la voluntad de Dios los había reunido ahí a todos era para
algo. Val se agachó ante los gemelos y se sincero con ellos.
―Sé
que están asustados y cansados de nosotros, chicos… pero, ¿creen que quizás si
se nos ocurre algo, ustedes puedan ayudarnos?
Polcar
y Roncel tomaron sus manos con más fuerza y asintieron al mismo tiempo,
diciendo un “sí” al unísono mientras lo miraban con decisión, misma decisión
que provocó al arcángel Luminiev dar un paso hacia delante, admirando la fuerza
de los niños.
―Creo
que hay una manera…
***
PukitChan al habla:
Cuando me estaba actualizando en esta historia, me di cuenta de que Pravuil quedó perdido entre algunas de las letras o.ô y yo adoro a los personajes secundarios perdidos. xD! Ojalá esté bien la continuación ^w^
Guauuu, me encantó Pukit!!!
ResponderEliminarQue genial se pone cada vez!!
Me encanta el nuevo loock del blog, está precioso!!
Sabes? Me llevo tu banner para la sección afiliados de Musas Cuenteras, en cuanto puedas afilame a mí, si??
Un besote!!
¡Gracias, Paty! *-* Que bueno que la continuación haya quedado bien owó!
EliminarHe estado haciendole unas modificaciones, qué bueno que la apariencia quedé bien x3
Ahora mismo te afilio o.Ó!
Ayy me encantan los gemelos ^^ Son la inocencia y la despreocupación del grupo, creo que harán mucha falta para hacer que nos demás se recuperen...que, por otra parte, parece que atravesamos una racha especialmente difícil :S (atravesamos, porque nosotros también estamos incluidos en la historia xDD)
ResponderEliminarEn fin, espero que todo se solucione. Belleza antinatural de Pravuil?? A ver si al final me voy a enamorar *w* Jajaja, eso ha quedado muy superficial.
Me ha gustado mucho tu parte!
¡Yo también los adoro! xD, creo que sin ellos el grupo no se podría mantener racional y son como sea el cable de la realidad. Esperemos que salgamos de esta racha o.o se está poniendo difícil.
EliminarPravuil lo amo xD siento como si fuera un hijo TwT
Gracias!