Esta historia la subo para el concurso "Kaliente" que organiza Dulce Cautiva en si blog, en honor al primer año de su novela. Como comprenderan por el tiulo, se trata de un relato que escogí como homoerótico, por lo tanto, contiene escenas que pueden ser fuertes para algunas personas. Como puse la imagen de más arriba, si no eres apta para este tipo de lecturas, pido que saltes esta entrada.
A los demás, disfruten, espero que sea de su agrado y sea una buena participación para este concurso. ^-^
Mortal hoguera
No
somos como ellos. Nunca lo fuimos, pese a que habíamos en cierto modo,
descendido de estos; los vampiros no éramos como los humanos y nunca seríamos
eso. Lo comprendí en realidad hace mucho tiempo, cuando la sangre –manjar más
exquisito de mi menú-, se volvió más que eso.
Todo
comenzó aquella noche de luna nueva, poco después de la media noche cuando
viajaba de ventana en ventana, buscando el hombre ideal para atacar. Tenía a
uno favorito, cuya esencia rojiza me elevaba a grados de placer insospechados
para mi mismo. Pensaba visitarlo aquella ocasión, invadir su mente y causarle
pesadillas que elevaran su ritmo
cardiaco, para que su sangre fluyera rápidamente y yo, al beberla, sintiera todavía ese sabor
amargo junto con una buena dosis de adrenalina. Pero no, algo irrumpió mis
planes, algo que nunca contemplé anteriormente, un hecho que me golpeó
directamente en la cara sin que yo pudiese evitarlo.
Él,
mi humano, estaba con alguien. Otro hombre que le besaba y le devoraba el
cuello con la misma pasión desenfrenada con la que yo lo hacía. Fijé mi vista
en sus manos que le recorrían totalmente, cada pedazo de esa blanca anatomía. Y
sentí celos desde mi posición, parado frente a la ventana del segundo piso de
aquella casucha vieja, apoyándome en la rama del árbol que conducía
directamente a su habitación.
Su
rostro era de placer. Lo notaba gimiendo descontrolado, mientras el desconocido
hombre se movía de atrás hacia adelante sobre él, pareciendo fundidos en uno
mismo. El sudor cubría a ambos y él, mi fuente de alimento, se aferró a su
espalda, arañándola, rasgándola y haciéndola sangrar. Me enfurecí
completamente. ¡No tenía tal derecho! Su cuerpo, que me pertenecía, no podía
tocar otro que no fuese el mío. No resistí el impulso de romper tan asquerosa escena,
por lo que, con una simple mirada llena de rabia, el vidrio de la ventana se
hizo añicos, cayendo en una lluvia de sonidos irritantes. Tal como lo predije,
ellos se detuvieron, asustados por el acontecimiento. No me retiré del lugar
hasta que comprobé que ese estúpido hombre no volvería a tocar a mi
humano. ¿Por qué tan seguro de mis
palabras…? Porque yo mismo me aseguré de ello.
Las
cosas no pararon ahí, no me encontré satisfecho simplemente con ello.
Desde
aquella noche, me volví un enfermo con mi humano, dependiente de él, como lo
era de su sangre. Pensando que tal vez, no debería considerar su sangre sólo
como mía, no, esa marca no debía ser suficiente. También su cuerpo debería
marcarlo con el sello de mi exclusividad. Nadie, ni humano ni vampiro deberían
acercársele sin mi autorización.
Así
las noches de mutua y desconocida compañía fueron pasando.
Me
sentaba en la rama, mirándole fijamente, observando como se tocaba a si mismo,
como se exploraba y como gemía y jadeaba, buscando a su calor consuelo. Su
desnudez me hacía pensar en lo más inimaginable, el vapor de su aliento lograba
que buscara el mío, sin hallarlo.
Comprendí
nuestras diferencias. Él era puro fuego, que brillaba y ardía mientras sus
manos recorrían el largo de su falo. El explotaba cuando en su mano eyaculaba.
Yo, en cambio, era frío, tan frio que seguramente correría a cubrir su
débil frágil complexión humana para
buscar la tibieza que le haría falta. Eso me detenía, era la única cosa que me
impedía avanzar más allá, pero sabía que eso no me ataría para siempre…
…hoy
era ese para siempre.
Abrí
su ventana en absoluto silencio, caminando a su cama, aspirando su húmedo
aroma. Por que él tenía un aroma especial, tibio, mojado… sensual. Con
arrogancia, mis ojos exploraron su cuerpo oculto bajo las sábanas de la cama.
Descarado yo, se las arrebaté violentamente para verle desnudo, la forma con la
que amaba dormir, seduciéndome a propósito con ello.
Yo
no era humano, por eso, mi forma de desearlo era diferente a la de los mortales.
Me hinqué en su cama, me hundí en sus pensamientos, removí sus deseos y
repentinamente pasaba a formar parte de sus sueños. Él se remueve inquieto,
apretando sus piernas y abriendo sus labios para respirar. En su mente violada,
unas manos le tocaban, la yema de un dedo índice recorría su columna hasta
donde se pierde la espalda, delineando la textura de sus nalgas. Una cavidad
húmeda mojaba cada rincón de su cuerpo y aquello que momentos atrás estaba en
reposo cobraba firmeza. Era un goce total de placer corrompido totalmente.
Mis
pupilas dilatadas se centraban entonces en su erguido sexo que goteaba y me
llamaba una y otra vez. Relamía mis labios, pasando mi lengua por los afilados
colmillos que me llegaban a dañar inclusive a mi mismo. Tomaba su mano y le
daba vuelta para revelar su muñeca, misma donde cada noche desde aquel momento,
yo enterraba mis colmillos para beber de su sangre bendita. Él gime y se curvea
perfectamente, agonizando y temblando, estremecido por tantas emociones
reunidas en una sola noche.
Su
sangre, líquido sagrado, me decía lo mucho que gozaba aquellas atenciones, de
mis labios congelados sobre su piel caliente, del choque de nuestras
temperaturas que formaban una descarga eléctrica que lo hacia convulsionar. Imaginé
entonces cómo sería que nuestros cuerpos se fundieran en uno solo, cómo le
haría delirar de placer, gimiendo, haciendo ecos de su voz, gritando que él me
pertenecía, con la fidelidad que le entrega un sirviente a su señor, o mejor
aun, un esclavo a su amo.
Sé
por qué no despierta: es mi entera culpa, por no quererle ver lejos de mi,
asustado como un cachorro perdido; sin embargo, ésta noche parece que mis
pensamientos no concuerdan demasiado con mis acciones pues suelto su mano,
retiro los colmillos y me incorporó para tocarle con los dedos sus labios
carnosos que ahora mismo estaban rotos de lo jadeante que se encontraba.
Su
calor pareció encontrar alivio en mi congelado cuerpo, pues un gemido de placer
fue inevitable. Sus párpados se movían, no llagaban a abrirse, como si
realmente le pesaran, como si para enseñarme sus ojos necesitase todo un
proceso cuidadoso. Yo tenía unos segundos para escapar, pero me detuve, estando
paralizado ante esa presencia que, inquieto, deseaba suplicarme algo.
―Sigue…
házmelo… te he estado esperando…
No
hice movimiento alguno cuando esa voz masculina y ronca por el deseo invadió mi
oído. Si acaso parpadeé estúpidamente, mirándole, preguntándome qué era lo que
había pasado. ¿Estaba teniendo alucinantes? ¿Quién? ¿Él… o yo?
El
brillo de mi mirada chocó cuando él, entreabriendo sus ojos grises, los fijó en
los míos, como si me conociera desde siempre, como si supiera que cada noche
quien invadía sus sueños era solamente yo.
Me
dejé llevar.
La
cama se hundió cuando recargué una mano en ella y subía, trepando para
colocarme a horcajadas sobre él, con una pierna de cada lado para mirarle. No pretendía
apresurarme y por sus ojos, supe que tampoco quería que lo hiciera… la noche
era nuestra, después de todo.
Una
de mis manos acarició su cuello, palpando la zona en donde fluía a gran
velocidad su sangre. Sudaba, temblaba y levantó sus manos para rodearme por la
espalda, aferrando sus uñas a mi piel. Su sexo estimulaba el mío, porque en
roce continuó estaban. Al acercarme, su boca se abrió para que su aliento
saliera a recibirme, mientras yo estiraba los labios, mostrándole la blanca
dentadura y como mi lengua deseaba hacer el primero contacto húmedo.
En
el mundo, tanto en el suyo como en el mío, había muchas cosas apasionantes; ser
besado era una de ellas, pues para eso era preciso todo un eclético arte. En el
primer beso, seres cómo él comprendían cuán gemelas eran nuestras almas, no era
necesario que yo averiguara eso, su sangre me había revelado tal información
vital desde el momento en el que accidentalmente la conocí. Pero aun así, deseé
que sintiera lo mismo, dejándose llevar como tal cuando mis labios y los suyos
entraron en contacto. Tan fríos como debían ser los míos, hicieron tiritar a
los suyos, intentando entibiarlos en una pelea desorbitada por explorarnos
mutuamente, comprendernos y descífranos. Inclusive la sangre comenzó a fluir
entre la saliva debido a mis colmillos, rasgándosela.
Deslicé
mis manos sin prisa, iniciando cerca del pecho, formando la curva de su
cintura. Atrapé sus pezones rozados, sintiendo finalmente como estos
reaccionaban ante mí, ante cada sutil roce, cada curiosa cercanía y sobre todo,
cada pasión desmedida entregada.
Su
cuerpo afiebrado desgarraba el mío, gimiendo alto, retumbando sin importar
hasta qué punto llegásemos esta noche. Buscó la forma de arrebatar mis ropas,
mismo hecho que me hacía extender una sonrisa casi ingenua por su acción. Dejé
que sus manos temblorosas hicieran su trabajo, hasta que sus manos se colocaron
en mi frío pecho de marfil, dándole toques a los pectorales.
―Tantas
noches, deseando tocarte…
Le
ayudé con mi pantalón, bajado el zipper que emitió un chillido al ser movido.
No había nada más debajo que sólo una capa de piel que revelaba el objetivo
endurecido. Su mirada bajó, tratando de verme, mas inmediatamente se lo impedí
cuando mis labios se deslizaron por su pecho, jugueteando debajo de su ombligo
hasta llegar al lugar esperado. Él abrió sus piernas sin recelo, sin pudor ni
timidez, porque a pesar de ser una primera vez, no éramos desconocidos, quizás
nunca lo fuimos.
Mi
boca se hundió en su cuerpo, tragándose la erguida extensión. El movimiento de
él era casi llegando a lo violento, sus ojos estaban cerrados y clavaba sus
dedos en mi cabellera larga, rodeándome con sus piernas. Yo presionaba, lamía y
succionaba mientras más le escuchaba rugir sus emociones, exaltándolas,
decidido a alcanzar la nota más alta. Si alguien más ya había tocado, yo
borraba todo rastro de ello y lo volvía un dulce virginal al que corrompía con
la misma pasión que el negro invade al color blanco.
No
sabía exactamente lo que hacía, ni por qué lo hacía. Sólo sabía que el no
tenerlo pronto me enloquecería. Entonces, sería yo quien me adelantara al
destino y volvería loco de placer al ser humano tan frágil, tan sensible y tan
hirviente.
―Te
necesito dentro…
Yo
no era un humano, y a veces no comprendía su modo de expresarse, sin embargo
esta noche, todo se fundió para que no hubiese obstáculos. Como si la pared que
me había impedido acércame todo este tiempo, él la derrumbó con unas cuántas
palabras.
Yo
no sentía muchas veces el dolor, pero él sí. Penetrar su cuerpo con el mío iba
ser una experiencia llena de sangre y dolor, con la dosis de placer necesaria. Cuando
de la comisura de sus labios escurría saliva y sus ojos estaban nublados por el
deseo, separé la parte de su cuerpo que impedía llegar al rincón deseado.
Estaba ahí, palpitando por mi, contrayéndose de temor, pero al mismo tiempo,
deseoso de recibirme.
―Masoquista…
―musité. Pude ver que él sonrió.
―Sólo
de esta manera, yo podría hallarte.
La
fusión de nuestros fue la gloria. Un grito de dolor le motivo a remover su
cuerpo, a jalarme el cabello hasta desear arrancármelo, cuando el aroma de la
sangre invadió no sólo la habitación sino también las sabanas blancas, repletas
de su aroma fuerte. Sufrimiento, agonía, estremecimiento… todo al ser uno solo.
La
cama retumbó, los vidrios temblaron fácilmente ante mi gemido. Yo gozaba mirándole,
abriéndome paso con mi cuerpo hacia el suyo, moviéndome en un vaivén feroz y
violento, rasgándole con los colmillos para que la sangre bañara sus
pectorales. Me rodeaba, me necesitaba de una manera casi perturbada, porque se
había dado cuenta de mi existencia. Había
aceptado que este desconocido que estaba en si habitación siempre lo poseyera,
porque mientras nuestros cuerpos chocaban y sonaban, justo en el momento en el
que el aroma de sexo me hacia apoyarme y aplicar cada miligramo de mi fuerza,
le reiteraba al oído que no debía ser tocado por nadie más y entre jadeos
ahogados, él aceptaba las condiciones de mi presencia y las tomaba como el
punto más alto de su creencia y devoción. Inclusive, mientras nuestras
posiciones cambiaban y él me tocaba con más libertad el rostro, a pesar de que
yo separaba su cuerpo y lo utilizaba para casi llegar a romperle, sabía que su
corazón se incendiaba con nuestra pasión.
Quema.
Su cuerpo quema.
Para
un ser como yo, cuya frialdad es permanente y los rayos de un sol harían polvo
mi existencia, él era una hoguera que me consumía y me arrastraba sin llegar a
matarme, mostrándome lo más cerca que pude estar del cielo al que alguna vez
renuncié. Su cintura servía de apoyo para subirle y bajarle, enterrándome más
en él para descubrir un solo punto que le haría vibrar de una forma que ambos recordaríamos
en la eternidad.
Inclusive
si la hoguera se apagara, las cenizas quemarían todavía.
A
pesar del liquido blanco hirviente que derramas entre nuestros cuerpo, a pesar de
que el mío es absorbido por su interior, ésta no es nuestra conclusión. Dos
cuerpos temblantes, llenos de descontrol, estremecidos, húmedos, erizados y
agitados parecían querer fundirse en uno mismo, pegando ambas pieles como una
sola y nuestras voces rotas y roncas querían susurrar pese que todos habían
sido testigos auditivos de una pasión que no podría tener prisión.
―No
te vayas…
―Estas
noches son heladas.
―Aquí
tengo una hoguera.
“Tu
calor asciende por mi piel, quema mi cuerpo, asfixia mi interior. No dejes que
me apague, enciéndeme, lléname de fuego y entonces, marca de quemaduras el alma
que no tengo, para que quede una huella imborrable de tu persona... para que
nunca muera de frío.”
Precioso e intenso!, es lo primero k s me viene a la mente después d leer este pedazo de relato... K más puedo decir?. Me ha gustado mucho y sobre todo k fuese homoerótico. No sé x k esta trama tiene su punto, jejeje.
ResponderEliminarBueno hermosa, gracias x participar y x las palabras d apoyo k m has dedicado sobre el asunto d mi hermana, GRACIAS!!!.
T deseo muxa suerte kon el konlurso y espero verte pronto d nuevo x el club, xao!!!. Muak!!!
@Dulce Cautiva
ResponderEliminarMe da mucho gusto que haya sido de tu agrado y sí, no podía dejar de participar con uno homoerótico x3!
No agradezcas nada, que para eso estamos aqui, para darnos apoyo mutuo, verás que saldrá bien ^w^
Gracias a ti, hasta luego ^0^!
¿Y me decías que Eldritch escribe magníficamente?
ResponderEliminarMi vida ^ ^ Tienes el don, es nato, tienes una fluidez envidiable, no necesitas de un muy amplio léxico para hacerte entender y provocar que el lector se sumerja dentro de la historia y la crea suya. Te admiro sinceramente, espero seguir teniendo la oportunidad de leer más de tus historias que tanta inspiración me dan.
^ ^ Felicidades preciosa.
>3< ¡Bechitos Baboseados!
Estoy totalmetente deacuerdo con Gisselle, sabes hacer k el lecto se crea partícipe d la historia... ya t lo dije en su día k me gustó mucho, jejeje.
ResponderEliminarBueno perla, pasaba a saludarte y desearte un feliz comienzo d semana, muak!!!
Es la primera historia que leo de chico-chico, y la verdad es que está muy bien, tiene un punto que engancha... un punto de vista diferente (todas las que he leído hasta el momento son de chico-chica) Suerte para el concurso!!
ResponderEliminarGenial, no suelo leer erótica, mucho menos homoerotica, jaja, creo que solo he leído una historia (todavía estoy con ella, jiji), pero esta me ha encantado, es directa en la narración.
ResponderEliminarBesosssssss
Wow... es la primera historia que leo de este tipo... pero me pareció muy interesante. Escribes de maravilla, realmente bien. Tienes mucho talento, te deseo mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarAh por cierto, la parte que más me ha gustado es: "Marca de Quemaduras el alma que no tengo" esa frase ha estado genial.
Éxitos!
Yo sí he leído algo de homoeróico y me ha gustado mucho el hilo y la intensidad que has mantenido. Me quedo con la forma de trabajar el miedo al rechazo ante la diferencia y el reconocimiento que tienen el uno sobre el otro.
ResponderEliminarBesos :)
Yo he leido algún que otro relato homoerótico, pero la verdad es que es la primera vez que leo algo que contenga realmente sentimientos.
ResponderEliminarDespués de leer Entrevista con el vampiro no puedo evitar pensar en que lo vampiros tienen ese punto de homo-erótico y tu lo has captado de manera perfecta.
Mucha suerte para el KonKurso
Ohh me ha encantado que sea chico-chico yo estoy escribiendo un libro sobre dos chicas y me parece algo explendido.
ResponderEliminarFelicitaciones porque no todo el mundo se atreve a escribir algo asi!
Me gustaron mucho las diferencias que no dejas de apreciar entre el vampiro y el humano, y como ni en los momentos de más pasión puede salvarse esa brecha entre ambos.
ResponderEliminarMuy bueno, y bien redactado, como siempre, aunque hay alguna palabrita que te comiste y alguna que otra que arreglar ;-)
Besos y mucha suerte!!
Es la primera historia que leo en la que ambos en la pareja son chicos, y no sabría que decirte exactamente sobre una relación de ese tipo.
ResponderEliminarMucha suerte
wow! es muy intenso...
ResponderEliminarmi parte favorita fue donde él se pone celoso y furioso por encontrarlo con otro..Sencillamente Me gusto mucho su forma de ser tan posesivo!!! y ese final fue genial!
Suerte en el concurso!
me ha gustado la intensidad del relato, el vampiro tiene un carácter muy fuerte y posesivo que le da un buen toque al relato!
ResponderEliminarEs la primera historia de una pareja de chicos que leo.
ResponderEliminar"Inclusive si la hoguera se apagara, las cenizas quemarían todavía" WOW!!!!!!!!!!!!! la intensidad del vampiro fue lo mejor besos y muy buena suerte!!
Ay, vaya, jamás había leído homoerótica ^^" (y mucho menos escribirla) Pero me ha parecido un relato muy interesante, bien cargado de tensión y bien escrito.
ResponderEliminarSuerte!
Es un relato muy pero que muy intenso, me encantan las descripciones que das sobre la fusion entre los dos.
ResponderEliminarMuy bueno me ha gustado un monton