Proyecto de Julio. Feliz Cumpleaños, Adictos a la Escritura.

¡Hola mundo mundial x3! 

En primer lugar y como es debido, quiero extender mis más sinceras felicitaciones a Laura, al equipo de Adictos a la Escritura y cada uno de los participantes por el primer año de este hermoso y gran grupo, que siempre animan a que nunca dejemos de hacer esto, todo lo que amamos: Escribir.  

Muchas felicidades a los que han estado desde el inicio, los que como yo, nos hemos ido agregando a este proyecto y los recientes.  ¡Hay que seguir así y que vengan muchos años más! 

Bueno, y ahora vamos al proyecto de este mes, que consistía justamente en la temática de cumpleaños y el de este mes, dedicado a todos mis queridos y amigos escritores. ¡Muchas gracias! ¡Feliz cumpleaños y siempre hacia adelante! ^0^!

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¡Sssh! No arruines la sorpresa

“¿Qué día será hoy?” me pregunté a mi mismo mientras movía el lápiz, golpeándolo contra las hojas en blanco que se mostraban descaradas ante mí. A un lado del papel estaban unos libros y los restos de una goma que se deslizaban de un lado a otro por mi respiración. 

Mordí mi lápiz, recargándome en la palma de mi mano mientras miraba hacia la nada de la pared. Sentía que algo se me estaba escapando de las manos y no era precisamente una idea creativa para mi próxima historia. Era algo que dentro de mí sentía que era más importante, pero… ¿qué podría ser más que mis días de creatividad? No podría haber en estos momentos nada más que la historia de amor inconclusa entre Emily y Lex. 

—No puedo creer que sea tan distraído… —susurró una voz. Brinqué por el susto, ya que vivo solo, pero aun así, giré mi cabeza para espiar por encima de mi hombro. Estaba solo. 

—¡Em, rayos, cállate! —murmuró otra voz con claro reproche. Esta vez me paré de mi silla, tomando mi lápiz como arma. Seguía más solo que un alma en pena. 

—Me estoy enfermando mentalmente —dije, tocándome la cabeza—. Necesito vacaciones.

Pero mientras todo quedaba nuevamente en paz absoluta, tomé una taza de café. No me importaba los efectos pues en los últimos tiempos me había acostumbrado tanto a la cafeína que ya ni siquiera me causaba insomnio. Entibié mi aliento y caminé hacía mi sofá, echándome perezosamente sobre él, para luego estirar mi mano al encender la lámpara del costado. Acto seguido y como en un viejo ritual, coloqué mis lentes para tomar entre mis manos la historia en la que había estado trabajando para leerla y darme cuenta de los errores durante la narración.

—Y no lo recuerda… —se quejó nuevamente aquella voz femenina.

Dejé de leer, pero esta vez no aparté la vista de las hojas. No era miedo, era impacto. Sólo cuando el tono de esa voz fémina se reprodujo en mi mente, comprendí que sí; estaba solo pero esa voz yo la conocía: era la que siempre soñé para Emily, mi personaje.

Lex y Emily fueron inspirados en una historia de amor breve que tuve hace muchos años, pero invertidos: Yo me representaba como Emily y aquella mujer que se adueñó de mi corazón era Lex.  Mi menté ya me estaba causando malas jugadas o quizás yo ya había desgastado esta historia.

Abruptamente me levanté y busqué un cuaderno viejo, uno en el que estaban los inicios de la historia de mis personajes, allí donde anoté los datos de su personalidad, sus detalles, la vida que yo les creé. Sentía que la solución de todas mis alucinaciones estaba aquí. Sí, aquí debía estar el detalle que se me escurría de las manos.

Escuchaba que dos risas crecientes a medida que cambiaba las hojas, creyendo que eso me conduciría al final del camino. Entonces me detuve en una página: 11 de Julio. ¡Era eso! ¡La fecha! Pero… ¿qué significaba?

—¡Ya date cuenta! —gritó exasperada.

El libro tembló porque mis manos lo hicieron, de modo que cayó. Escuché golpeteos rítmicos en la puerta y volteé pasmado, soltando un suspiro: estaban llamando mi puerta.

—¿Quién es? —pregunté al abrir la puerta. Mi cara me incomprensión ilustró que no tenía ni idea de qué hacían mis amigos, cuatro de ellos de pie, mirándome con una sonrisa.

—¿Qué les dije? —dijo Sergio—. Lo olvidó.

—¿Qué? —parpadeé sorprendido—. ¿Qué olvidé?

—Feliz cumpleaños, Fernando.

—¿Cumple…? —Entonces, lo entendí todo. —¡Claro! ¡El 11 de Julio es mi cumpleaños! —grité impresionando mientras mis amigos me abrazaban y entraban riendo, con un gran pastel de chocolate entre sus manos.

—Gracias Em, Lex… —susurré en mi mente, cuando cerré los ojos.

En algún sitio oscuro y desconocido para aquellos que no tienen imaginación, una chica y un chico, ambos, tomados de la mano, se balanceaban en los columpios de un parque hermoso. Se reían y disfrutaban del momento.

—¡Em, casi lo arruinas! —reprochó Lex. Ella se encogió tímidamente.

—Quería que recordara que mi cumpleaños es el suyo —explicó—. A veces se olvida de sí mismo, por crearnos a nosotros, por hacernos felices… por eso, quería hacer algo por él esta vez… —Miró al cielo, sonrojándose por una cuidadosa felicidad formada—. Feliz cumpleaños, Fernando, nuestro creador… gracias por dejarnos existir, vivir, respirar y amar. Cumple muchos más. 

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¡Muchas gracias! ^w^