11 de marzo de 2012

Carta a Ian.


Ian:

            ¿Qué es lo que estás pensando de mí ahora? Probablemente nada y quizás he sido siempre yo quien todo este tiempo ha pensado demás, creyendo que soy parte de tu mente. ¿Le he sido? Miénteme un poco y sé bueno con mi autoestima y egocentrismo al no refutar esto demasiado.

            Probablemente creas que mis coqueteos no iban en serio. Te tengo que decir que es una vil mentira: iban muy enserio pero después del tiempo que convivimos ―Haya sido mucho o poco, eso depende de ti―, me he dado cuenta de que no soportas a alguien como yo. Tus razones debes tener y debe tener lógica y sentido si es analizado desde tu punto de vista. 

Es curioso, ¿no crees? Tendrás que disculpar a este hombre por ser maniaco e impulsivo. No tenerte y encima perderte fue un golpe que me afectó más de lo que en un principio pude llegar a imaginar. ¿Sabes qué? Ahora mismo veo tu cara en mi imaginación, y estás vacio de expresión alguna. No, no es malo, en realidad eso me agrada mucho de ti, más de lo que te puedas tragar con esa forma de ser tuya tan adorable.

            Pero llenar vacios no es fácil. No es una renuncia, es ver la realidad. Me gustaría decir “Te deseo lo mejor” pero suena muy estúpido hasta para mí. No es una carta de despedida, sino para expresar parte de los pensamientos que se cruzaron por mi mente en aquellas cortas platicas, de ese tipo de conversaciones, donde nos esforzábamos demasiado por no decir lo que realmente estaba cruzando por nuestras cabezas.

            Nadie es totalmente honesto, ¿eh?

            Bueno, quizás nuestras pláticas nunca fueron totalmente eso.
           
            Déjame, quiero pensar que en el fondo de tu desprecio a seres tan ruidosos como yo, hubo algo que se sintió. Quizás una pequeña nota agradable. Sé bueno conmigo y no me quites este dulce sabor, ¿quieres?

            Me hubiera gustado que una de esas sonrisas que le dedicaste a Gian hubiesen sido provocadas por mi. Je… ¿Será pena en mis sentimientos? Observé con mudos celos tus reacciones hacía tu mejor amigo. Admito que también fue un poco de envidia.

            Dejarme llevar por tu presencia cerrada fue muy divertido. Hombre, deja de fumar tanto y preocuparte tanto por todo. No seas paranoico. Sonríe más seguido y permítete flaquear de algún lado de tu alma para que los demás se acerquen a ti.  

            No me hagas caso con lo anterior, porque sólo soy una persona imprescindible que está hablando sin saber.

            Seduce con tu indiferencia nuevamente. Quizás en el fondo, anhelas como yo, alguien que pueda comprenderte.

            Abraza a tu hija de mi parte.

            Ha, y perdóname. Soy impulsivo y en cuanto supe que no habría nunca un futuro, era tiempo de armarme de valor en el presente. No me hagas pensar demasiado en ti, ¿quieres? Mentira… tortúrame al meterte en mis recuerdos.

            Por último, espero un golpe tuyo un día de estos.

            Eithan Salvatore.

P.D. Sé que no es posible, pero diré las últimas palabras. “¿Acaso… me responderás?”

2 comentarios:

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